Los suplicantes llegan por miles a besar, tocar y santiguarse frente a la "Virgen de Piedra" que es la imagen grande de la Virgen del Carmen que está en la Iglesia. Allí le elevan niñitos y bebés para que los toque la Virgen y le ponen billetes en el manto, de tal manera que en pocas horas la Virgen está cubierta de billetes en sus ropas.
Si los peregrinos no han cumplido una promesa le piden perdón de rodillas y llorando. A la Virgen se le pide que ayude en enfermedades, en situaciones económicas, etc. La fila de penitentes comienza el 12 y no se detiene ni es interrumpida ni por el frío de la noche pampina, ni por el calor del mediodía; la fila no se interrumpe nunca en los cuatro días. Algunos sostienen hincados en la iglesia, velones de un metro y medio de largo hasta que creen que han completado su manda de sacrificio.
La Virgen pequeña es sacada a las 4 de la tarde de la Iglesia para hacer la procesión acompañada de los bailes. Los promeseros se disputan el honor de llevar las angarillas en que va la imagen. Cuando la imagen de la Virgen sale del templo es saludada por las bandas que tocan cada una la Canción Nacional, por las trompetas, las matracas, los pitos, panderetas y los gritos a voz en cuello, así como miles de pañuelos agitándose. La virgen es acompañada en su salida de la iglesia por el "baile de los chinos", privilegio que goza esta cofradía desde siempre ya que ese baile es el preferido por "ella", como dice la tradición. Durante la procesión se sueltan palomas desde los arcos de flores colocados en las calles; se lanza chaya (papel picado en quechua); se canta y se baila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario